viernes, 24 de octubre de 2008

El Sanjo, por la única gloria: ganar



El de mañana es el partido más importante del año, y de sus vidas si voy un poco más allá, eso se lo tienen que meter en la cabeza. Y quizás me equivoque, quizás sea el segundo más importante, ya que el sábado que viene es la final.


Hay que entrar con hambre, decidido a ganar, a dejar todo... Hay que jugar el partido como lo que es: un todo o nada. Hay que sacar a relucir el orgullo de cada uno, el orgullo de ganar, el orgullo de meterse en una final. Todos los músculos del cuerpo tienen que estar al servicio del objetivo único y máximo. Pero el músculo más fuerte con el que hay que patear, dar un pase, trabar... es el músculo más grande de todos, el del corazón. Aquel que se sobrepone a las adversidades y te agradece de por vida la gloria. Hay que jugar, o mejor dicho ganar, por la gloria, por la satisfacción del deber cumplido, ya que no hay satisfacción más grande que cumplir con un objetivo propuesto.


Faltará Emo por lesión, faltará Julián por viaje. Lo que no tiene que faltar es la actitud de ganar y el hambre de ser los mejores. No muchas veces se va a dar de tener la chance de ser los mejores en lo que más nos gusta: jugar al fútbol.




Si bien su personalidad extrafutbolística no es de mi gusto, su figura dentro de una cancha no se iguala ni con miles de millones de dólares. Tomemos el ejemplo de Diego, que con sus tres factores fundamentales, Esfuerzo, Orgullo y Talento, llegó a donde nadie llegó.




MeMe

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